Casino del Yuna de Bonao, un patrimonio que muere sin cuido ni doliente
BONAO.- Las ciudades más visitadas por los turistas han tenido claro que sus monumentos y puntos de importancia deben ser preservados, para deleite de las presente y futuras generaciones. Por ello, en cualquier ciudad organizada, hasta el lugar donde un personaje histórico dormitó en su marcha hacia su cita con la gloria, tiene una placa conmemorativa y el lugar se conrserva intacto, y el visitante se ve llamado a detenerse allí, a sentirse parte de la historia. Aunque en la Capital muchos lugares son conservados y protegidos por leyes y disposiciones municipales especiales, en la mayoría de nuestros pueblos no ocurre igual. Bonao no es la excepción. Resulta que allí se fundó, en 1942, la primera emisora de televisión, La Voz del Yuna, una de las primeras de América, y sin embargo, a pesar de constituir un patrimonio de la ciudad y del pueblo dominicano fue destruida, desoyendo el clamor para que ese edificio majestuoso por donde desfilaron las grandes estrellas del arte popular de nuestro país y del mundo fuera restaurado. Las autoridades de turno en los diferentes gobiernos hicieron oídos sordos, hasta que en la gestión edilicia de 1996-2000 fue derribada y en su lugar empezó a erigirse un nuevo edificio, que para nada hace honor al que allí estuvo plantado, mismo aún está en “proceso de construcción”. Con el Casino del Yuna, Inc. ocurre algo parecido. Es una hermosa estructura arquitectónica que fue construida a finales de la década de 1920. Ubicada en el centro urbano de la ciudad, fue el escenario exclusivo de los actos sociales más encumbrados durante más de 70 años. Allí acudieron en su momento políticos, desde Trujillo hasta Juan Bosch; artistas de renombre internacional, personalidades del arte y la cultura, empresarios, científicos... En la Era, fue famoso por las fiestas que se celebraban en sus salones, en especial la de San Antonio de Padua, en honor al Santo Patrón de la Villa de las Hortensias; más adelante, durante el cacicazgo de José Arismendy Trujillo (Petán), fue obligado a celebrarse allí también una fiesta en honor a San José, por rezones obvias. También se llevaban a cabo los desfiles de carnaval, que más adelante devienen en lo que hoy es el Carnaval de Bonao. Una boda en el Casino era un lujo y expresaba “nivel social”; una exposición pictórica era garantía de éxito para el artista, pues allí asistirían comerciantes y la crema y nata del pueblo. El 31 de diciembre, entre todas las fiestas de Año Nuevo destacaba la del Casino. Ya más envejecido el siglo XX, a finales de los años 70 y principio de los 80, era común ver los muchachos y muchachas visitar en las mañanas y las tardes sus salones, para compartir experiencias entre amigos. En las noches los socios se reunían en tertulias, ya sea en peñas culturales, una pasada de ajedrez o ping-pong, o simplemente una copa en el exquisito bar que allí operaba. Su salón acogió charlistas de toda índole que llegaban a Bonao a transmitir conocimiento a sus munícipes. Ruinas del pasado Hoy sus días de gloria son simplemente el recuerdo empolvado de algunos. Una visita a su interior nos muestra las condiciones deplorables de la edificación. Doña Carmen García de Rosario, esposa del profesor Oscar Rosario, gobernador del Casino, nos guía. Lo primero que se percibe es un olor característico: allí duermen mendigos, haitianos y borrachos, y sus necesidades fisiológicas son depositadas en cualquier rincón del otrora centro social. Al abrir las puertas, mismas que vieron entrar hermosas damas luciendo sus mejores prendas, el panorama es sombrío: dos espejos victorianos, originales, están semidestruidos, los pocos muebles que aún se conservan están rotos, las paredes de madera antigua están derrumbándose, el bar es más bien un depósito lleno de polvo, basura, ratas y cucarachas, el techo lleno de filtraciones, en fin, un verdadero cuadro de destrucción y abandono. Es la agonía. Todo indica que en poco tiempo su desplome será inevitable. INCORPORACIÓN LA DECRETÓ EN 1927 HORACIO VÁSQUEZ El diez de septiembre de 1927, el presidente Horacio Vásquez emitió el decreto 730 que incorporaba el Casino del Yuna, petición que había sido formulada por el prebístero José. N. Andrikson, auspiciador y fundador de la entidad social y quien, junto a Amelia García, había donado los terrenos en el que se aloja el edificio. Oscar Rosario, actual gobernador, relata que el Casino surgió como necesidad de un espacio apropiado donde la incipiente sociedad bonaense pudiera realizar sus actos sociales. La reunión en que quedó fundado se efectuó el 12 de enero de 1926, en casa de Onofre Rosario, padre de Oscar, y a esa reunión asistieron familias renombradas del municipio como Columna, Vargas, Deshamps, Del Villar, García, el padre Andrickson, entre otros.
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